10 julio 2008

VIOLENCIAS (I)

"Pero bueno, macho, tú estarás de acuerdo conmigo en que esa expresión que se empeñan en hacernos tragar, lo de la violencia de género, no es más que una manipulación del lenguaje que trata de confundir género con sexo, ¿no?

Como Gabriel es un tipo inteligente y suele decir cosas sensatas y además en ese preciso instante me estaban pidiendo el carné para entrar en sala, no me he parado a pensar en lo que me decía y para salir del paso he utilizado una habilidad, tan detestable como socorrida, que aprendí de joven y que consiste en emitir un sonido gutural, similar a palabras, que en artística combinación con el ruido de los pasillos de los Juzgados y con un oportuno giro de cabeza, produce el efecto de dejar al interlocutor en la duda de si le han respondido algo o si simplemente ha tenido la ventura de escuchar el canto de un sisón.

Pero Gabriel no se merece ese trato, así es que he pensado que bien podía resarcir a mi colega prestando ahora atención a su opinión y pensar algo sobre la violencia y escribirlo en el blog, y eso es lo que va a continuación.

Una de esas mentiras que corren por ahí y que a fuerza de repetirse han adquirido fuerza inusitada consiste en afirmar que toda violencia es mala. No importa quién la ejerza, ni cómo, ni por qué. En el pensamiento blando que todos profesamos en mayor o menor grado hoy, la pura idea de violencia merece ser rechazada de plano. Pero al hacerse esto, se olvida que hay circunstancias en que el ejercicio de la fuerza sobre las personas y las cosas es legítimo y que no todas las formas de violencia son acreedoras de reproche.

Pero mañana seguimos con esto, Gabriel, que la cosa parece que da para más. Por lo menos ha quedado claro que estoy arrepentido de no haberte hecho más caso esta mañana, ¿o no?

"Nada, hombre, no tenías que haberte molestado. La próxima vez que quieras largar algún rollo en el blog, me lo dices y te doy pie otra vez"

Lo que vale Gabriel.

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