07 julio 2008

ESPAÑA

Un día, hará ya más de año y medio, mis amigos Javier y Rosa me convidaron a almorzar en su casa junto con un leonés de pro que fue ministro fugaz del último gobierno franquista y que destacó allá por 1976 como activo defensor en las Cortes de la Ley para la Reforma Política. Un prohombre cuya brillante oratoria fue decisiva para que aquellos procuradores de franela fina y varondandy se hicieran, como finalmente se hicieron, el famoso hara-kiri político que abrió las puertas a la legislación constitucional hoy vigente.

Estuvo la comida entretenidísima y disfruté de la conversación inteligente y amena hasta pasadas las cinco de la tarde. Y sin embargo, siempre recordaré con extrañeza la respuesta de aquel distinguido invitado a la pregunta que le dirigió mi amigo Javier en relación con la supuesta ruptura de España. Ya saben: a algunos les parecía por entonces -no sé si les sigue pareciendo ahora- que casi todo lo que el gobierno del Sr. Zapatero había hecho desde que accedió al poder y hasta el día en que se estaba celebrando aquel almuerzo, tenía a España al borde de su efectiva desaparición como sociedad política.

Hoy, al revisar las fotos magníficas (una de las cuales está aquí junto a estas letras con agradecido reconocimiento de su copyright) que mi amiga Sabrina ha hecho de la celebración pública de la reciente victoria de la selección española en la Copa Europea de Fútbol, ha venido a mi mente, como un eco de aquella agradable sobremesa en casa de Javier, la respuesta del político retirado, dicha sin inquietud, con la tranquilidad de quien habla en privado, sin mover una ceja:

«España acabará por ser poco más que una realidad sólo cultural. »

No sé si el exministro del general Franco tendrá razón. No sé si eso que pronosticó acabará por ser verdad, pero se me ocurre que convertir -dejar que se convierta- la peculiar manera que tanta gente tiene de insertarse en el mundo -lo español, y con ello su referente político: España- en circunstancia exclusivamente cultural sería una traición (consciente soy del uso peligroso de ese término) a cuantos ya no viven y concibieron España como un lugar en que defender lo propio frente a lo ajeno, como la casa en la que reclamar a los iguales que respeten los derechos de cada uno, como el bancal que merece la pena cavar aun a sabiendas de que las cosechas buenas no podrán recogerlas más que los hijos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Julián,

Te agradezco la mención a mi humilde persona, y me alegra que te hayan gustado las fotos.

Un beso!

Anónimo dijo...

Coincido con tu tesis, Julián, pero recuerdo la respuesta de mi amigo de otro modo: algo así como (sin pretender la textualidad): "España es una realidad cultural sin riesgo de ruptura, en el sentido de su inaccesibilidad por los avatares políticos de éste u otros momentos, y entendiendo por cultural la esencia de la existencia de una nación, por lo que se sentía tranquilo. El problema es que yo no comparto ninguna de las dos tesis, y por eso yo sí que me siento muy intranquilo.Un abrazo. Javier.

Unknown dijo...

Me resulta difícil conciliar mi idea de “nación” y “cultura” frente a la cita que haces y al comentario de Don Javier. Quizás porque no lo he podido vivenciar sino pasados unos años luego de arribar en el Aeropuertos de Barajas en un caluroso agosto de 1986, con el firme propósito de que mis hijos crecieran en una sociedad con objetivos claros y unida por una historia y un futuro compartido por todos.

Les sorprendería ver, como yo he visto a través de mis cincuenta y siete años de vida, de que forma se destruye un país a manos de unos pocos. Y esto es posible porque no es una nación cultural, sino un refugio de inmigrantes que levantaron un país con el sudor de su frente y de los que sus descendientes no aprendieron nada.

Creo que una nación existe porque la sociedad que la compone comparte los mismos principios, respetan las mismas cosas y además les une un destino común al que todos contribuyen con lo que saben hacer y además tienen conciencia cabal de su historia.

Si nos olvidamos del sálvese quien pueda y los políticos dejan de lado sus vanidades y ansias de poder económico y se dedican a trabajar todos en una misma dirección mientras “la nación española se levanta a diario para ir a su puesto de trabajo y cumplir con su obligación” no habrá tal ruptura.

Me pregunto si a los niños de hoy sus padres les están educando en el concepto de “nación cultural” o en el de “sálvese quien pueda”

Mi abuelo, del que tanto aprendí, siempre me decía que: “se educa con el ejemplo”. Un pueblo es como una familia. Estoy convencida de que revisando los ejemplos que recibimos de los cabeza de familia (sean quienes sean) encontraremos la fisura.