Con todo el cariño de que soy capaz, a mi querido Juan de Yepes Álvarez, en su día.
24 noviembre 2010
LA OTRA MÚSICA DE MI VIDA (VII)
22 julio 2010
CÓMO HACER UN DRY MARTINI
19 julio 2010
COMPLUJAZZ
Complujazz. Día 2.
Primera parte:
Sons-nús. Todo su disco 2010.
Segunda parte:
JD Allen Trio.
Kinda like a jam session.
Es fácil que por ser padre sepa uno cómo un sencillo comentario sobre el poder adictivo de determinadas sustancias, dejado caer habilidosamente en una comida familiar con el único propósito de explicar a dos niños -de siete y nueve años respectivamente- por qué algunas personas hacen en algunos momentos de sus vidas cosas que les resultan objetivamente perjudiciales, puede rebotarle a uno cinco meses después a la luz de la luna en medio de un concierto de jazz.
Cierto que ya resulta bastante peregrina la sola idea de llevar a dos menores a un espectáculo cuya primera parte consiste en la interpretación de diez o doce temas de música experimental a cargo de una contralto y un contrabajista, y la segunda en una larguísima jam session del trío de un saxofonista de moda en Nueva York. Pero hacerlo en un lugar como los jardines del Museo del Traje en la Ciudad Universitaria de Madrid, a las diez de la asfixiante noche de un diez de julio es exponerse al riesgo de tener que dar un montón de explicaciones sobre qué es lo que realmente fuman algunos aficionados a este tipo de música cuando tienen ocasión de escucharla al aire libre.
Así hubo de hacerlo el que suscribe una vez despejada la tentación de mentir a sus hijos sobre qué era lo que les olía tan raro y por qué el grupo de espectadores que se pasaba un cigarrillo de mano en mano parecía disfrutar con especial laxitud del sonido desnudo de Maite Dono y Baldo Martínez. Pero superada -no sin algún esfuerzo argumentativo- la pequeña anécdota, incluso los que asistíamos al espectáculo sin más aderezo químico que el que pudiera encontrarse en el agua mineral que bebíamos sin cesar, disfrutamos de una maravillosa experiencia.
Sons-nús es el nombre de la unión, no se sabe si temporal o definitiva, de dos espíritus verdaderamente sensibles a la música y la poesía: Martínez y Dono -no necesariamente por ese orden ni los nombres ni las artes-, y ya se sabe que cuando dos o más personas con sincero amor por lo bello se unen, el resultado suele ser bueno. Especialmente emocionantes sus temas Ser de Neve o Cumes Mouros. O la hermosísima Chove. Dignísimo de mención el loco Ut.
JD Allen III es un saxofinista de jazz tan americano, tan neoyorquino, que parece tener más éxito en Europa que en América, y eso teniendo mucho allá, según aseguran. Su trío hace un jazz complejo, lleno y auténtico. Tiene uno la sensación al escucharlo de que vencido cierto rechazo inicial, el esfuerzo de seguir escuchando merece -y mucho- la pena. Fue una gran sesión de jazz de estilo clásico.
Un adulto y dos niños caminaban a altas horas -aún calurosísimas- de la madrugada del once de julio de 2010 por la Avenida de Juan de Herrera de la Ciudad Universitaria de Madrid con la sensación de que algunas cosas, como la música, aún pueden reconciliarnos con la especie humana. Naturalmente los dos menores no lo saben todavía. Pero lo averiguarán. Lo averiguarán.
17 julio 2010
LA OTRA MÚSICA DE MI VIDA (VI)
29 junio 2010
QUESTIONES SUPER ECCLESIA CHRISTI - TERTIA
Respuesta: El uso de esta expresión, que indica la plena identidad entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia católica, no cambia la doctrina sobre la Iglesia. La verdadera razón por la cual ha sido usada es que expresa más claramente el hecho de que fuera de la Iglesia se encuentran «muchos elementos de santificación y de verdad que, como dones propios de la Iglesia de Cristo, inducen hacia la unidad católica»[11].
«Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia»[12]."
Parece, así pues, que el Concilio prefirió el subsiste al es para mostrar más claramente que fuera de la Iglesia de Cristo -o sea: la Iglesia Católica, Apostólica y Romana- abundan los dones que son propios precisamente de la Iglesia de Cristo. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe reitera en este responsum lo que el Concilio ya nos enseñó en la Lumen Gentium: que hay muchos "elementos" de santificación y de verdad que son dones propios de la Iglesia de Cristo, pero que están fuera de la Iglesia de Cristo.
Se nos pone aquí frente a la novedosa idea de los elementa ecclesialia, que el Concilio introdujo con un propósito inequívocamente ecuménico pero que, al menos desde la perspectiva de quien es lego en eclesiología, resulta muy difícil de comprender. En efecto, aun respetando completamente el magisterio conciliar, cuesta adivinar cuáles son esos "elementos de salvación y de verdad" cuya virtud deriva nada menos que de la misma plenitud de gracia y de verdad confiada a la Iglesia. Además ha de tenerse presente que estos elementos abundan ("muchos") fuera de la Iglesia. Resulta además que la presencia de estos elementos es consecuencia o manifestación del hecho misterioso, inexplicable desde el punto de vista humano, de que el Espíritu Santo haya querido servirse como medios de salvación de ciertas iglesias particulares que niegan la autoridad de Pedro, o incluso de organizaciones o comunidades religiosas que se dicen cristianas pero que enseñan y difunden graves errores contrarios a la verdad confiada a los Apóstoles.
Especialmente difícil de aceptar resulta esto último porque, aunque como sujetos racionales para los que la comprensión de los misterios de la Fe es posible probablemente sólo en la cortísima medida en que nuestros pecados no nos velen el entendimiento, parece que si aceptamos que en la historia de la redención humana han tenido valor y significado salvíficos las iglesias y comunidades cristianas que se han opuesto empecinadamente a determinadas verdades de la Fe, tendríamos que concluir que quienes de uno u otro modo han combatido y combaten a la Iglesia de Cristo -inseparablemente entendida a la vez como Su Cuerpo Místico y como una sociedad humana- han obrado con su pugna la salvación de muchas almas. Y esto resulta casi imposible de aceptar desde un punto de vista humano sin grave peligro de caer en el indiferentismo.
Consideración aparte merece el hecho de que el Concilio enseñe con toda claridad que esos elementa ecclesialia que se encuentran fuera de la Iglesia inducen a la unidad católica que profesamos al decir "Credo in unam, ..." Debería reflexionarse sobre esto porque parece demasiado simplista afirmar que sirve al objetivo de conseguir su integración en la Iglesia de Cristo, o sea: en la Iglesia Católica, el que algunas comunidades heréticas sostengan algunas, aun muchas, verdades de la Fe. Como, de igual modo, resulta en exceso voluntarista afirmar que las iglesias cismáticas que se desgajaron del tronco de la Iglesia universal hace mil años se ven impulsadas a reintegrarse a la unidad católica, esto es: a reconocer la suprema autoridad del Romano Pontífice, por el hecho -de otra parte trascendental- de que conservan sacramentos válidos y la mayor parte del depósito de la Fe.
Consciente de su cortedad, su falta de Fe y su sobra de pecado, tentado se encuentra el que suscribe de no rematar la faena de analizar las cuatro "questiones" y sus "responsa." El Espíritu le empuja, sin embargo, a seguir dando la matraca con este asunto, así es que el amable lector hará bien en temerse una próxima entrada de esta serie del blog.
10 junio 2010
¡AZOTADME!
Aquí estoy.
¡Azotadme! Merezco que me azoten. No lamí la mordiente, la sombra de las vacas, las espinas, la lluvia; con fervor, durante años; descalzo, estremecido, absorto, iluminado. No me postré ante el barro, ante el misterio intacto del polen, de la calma, del gusano, del pasto; por timidez, por miedo, por pudor, por cansancio. No adoré los pesebres, las ventanas heridas, los ojos de los burros, los manzanos, el alba; sin restricción, de hinojos, entregado, desnudo, con lo poros erectos, con los brazos al viento, delirante, sombrío; en comunión de espanto, de humildad, de ignorancia, como hubiera deseado... ¡como hubiera deseado!28 mayo 2010
UN PEZ QUE FUMA
09 abril 2010
LA OTRA MÚSICA DE MI VIDA (V)
14 febrero 2010
EL ÚLTIMO BRINDIS
Lo queramos o no
sólo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres,
porque como dice el filósofo
el ayer es ayer.
Nos pertenece sólo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojó
no se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
son solamente dos:
el presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe
sino en la medida en que se hace pasado.
Y ya pasó...
Como la juventud.
En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana.
Yo levanto mi copa
por ese día que no llega nunca
pero que es lo único
de lo que realmente disponemos.
18 enero 2010
EL PAPA EN LA SINAGOGA
"Los cristianos y los judios tienen una gran parte de su patrimonio espiritual en común: oran al mismo Señor, tienen las mismas raíces y sin embargo siguen siendo frecuentemente unos desconocidos los unos para los otros. Es nuestro deber, [...]"Si el Papa lo dice, sin duda será que los cristianos y los judíos compartimos un mismo Señor -o sea: un mismo Dios-, pero alguien sigue por aquí sin enterarse de qué argumentos ha de oponer a los que torpemente esgrimió hace ya unos meses aquí cuando intentó explicar por qué cree que al orar como cristiano no se dirige al mismo Señor que los judíos. Quizá alguien le ayude.
14 enero 2010
QUESTIONES SUPER ECCLESIA CHRISTI - SECUNDA
Respuesta: Cristo «ha constituido en la tierra» una sola Iglesia y la ha instituido desde su origen como «comunidad visible y espiritual»[5]. Ella continuará existiendo en el curso de la historia y solamente en ella han permanecido y permanecerán todos los elementos instituidos por Cristo mismo [6]. «Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa, católica y apostólica […]. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él» [7].
En la Constitución dogmática Lumen gentium la subsistencia es esta perenne continuidad histórica y la permanencia de todos los elementos instituidos por Cristo en la Iglesia católica [8], en la cual, concretamente, se encuentra la Iglesia de Cristo en esta tierra.
Aunque se puede afirmar rectamente, según la doctrina católica, que la Iglesia de Cristo está presente y operante en las Iglesias y en las Comunidades eclesiales que aún no están en plena comunión con la Iglesia católica, gracias a los elementos de santificación y verdad presentes en ellas [9], el término "subsiste" es atribuido exclusivamente a la Iglesia católica, ya que se refiere precisamente a la nota de la unidad profesada en los símbolos de la fe (Creo en la Iglesia "una"); y esta Iglesia "una" subsiste en la Iglesia católica [10]. […]”
Esta respuesta, que sigue a la que explícitamente afirma que tras el Concilio Vaticano II no ha cambiado nada de la doctrina sobre la Iglesia, sino que en los documentos conciliares simplemente se ha desarrollado, profundizado y expuesto con más claridad cuanto la Iglesia ha venido enseñando sobre sí misma en los últimos dos mil años, se nos presenta como una afirmación tranquilizadora, pero plantea en realidad una cuestión problemática:
Por un lado, cuando con cita entrecomillada de la Lumen gentium se nos dice que Cristo «ha constituido en la tierra» una sola Iglesia y la ha instituido desde su origen como una «comunidad visible y espiritual», con toda claridad se nos reitera lo que efectivamente se ha enseñado siempre: que fue voluntad de su Divino Fundador que la herramienta de salvación por él instituida, Su Iglesia, fuese simultáneamente una realidad espiritual consistente en ser el Cuerpo Místico de la segunda persona de la Santísima Trinidad y una realidad material: una sociedad humana dotada de un orden y un gobierno.
A continuación se nos dice -esto es pura novedad conciliar- que esta Iglesia, la Iglesia de Cristo, está presente y operante en las iglesias y comunidades eclesiales que aún no están en plena comunión con la Iglesia católica. ¿Debemos concluir entonces que la Iglesia material, visible en este mundo como una sociedad gobernada por el Papa y por los obispos que le están sometidos, formada por seres humanos y ordenada jerárquicamente, no coincide exacta y exclusivamente con la realidad espiritual de la que hablamos cuando nos referimos a la Iglesia espiritual, al Cuerpo Místico de Cristo?
El magisterio siempre ha enseñado que la Iglesia material –la sociedad humana visible dotada de un gobierno monárquico absoluto- y la Iglesia espiritual –el Cuerpo Místico de Cristo- son ambas las misma y una sola cosa: la Iglesia de Cristo. Esta creencia, firmemente asentada en el depósito de la Fe, es la que justifica que durante dos mil años los cristianos nos hayamos dedicado con igual convencimiento a predicar a Cristo a quienes nunca lo conocieron y a pretender que quienes siendo cristianos no forman parte de la Iglesia volviesen a su seno o entrasen en él por primera vez. Y esto principalmente para evitar que quienes permaneciesen alejados culposamente de la Iglesia pudieran poner en peligro la salvación de su alma.
¿Cómo puede entonces afirmarse, como hace el Concilio Vaticano II, que la Iglesia de Cristo está presente en las sectas cismáticas o heréticas desgajadas del gobierno y la ordenación visibles que el mismo Jesús quiso que tuviera su Iglesia? ¿Qué tipo de presencia es esa?
La segunda idea que completa el panorama es la idea de subsistencia. ¿No abre esto la puerta a la idea -ciertamente problemática- de que la Iglesia de Cristo está presente en las sectas, aunque no "subsiste" en ellas? Porque esto significaría que la Iglesia de Cristo no logra su perfección y plenitud en ellas, pero está sin embargo, presente ahí según afirma una doctrina explícitamente declarada por el Papa cuando era cardenal Ratzinger en su "Communio" de 1992 y en "Dominus Jesus" de 2000.