02 febrero 2009

LA CUESTIÓN DEL ABORTO (III)

Como suele ocurrir cuando se quiere examinar con cierto rigor una cuestión controvertida, si se tiene mínima honradez intelectual, lo primero que hay que determinar es de qué se está hablando: concretar los asuntos que van a ser objeto de debate; pero más que en otros quizá en este caso, en el que como en pocos la ideología es enemiga de la verdad y en relación con el cual a diario se pervierte el lenguaje con desfachatez increíble.

Con profiláctico despego emocional, pues, se dice ahora que la realidad que se quiere examinar aquí es que algunas mujeres libre y voluntariamente, en distintas circunstancias y por diversos motivos:
  1. impiden que el cigoto, esto es: la célula resultante de la unión del gameto femenino y del masculino, les arraigue en el útero o

  2. hacen que se les extirpen de la matriz las primeras formaciones celulares producto de la evolución del cigoto o

  3. hacen que en un momento en el que éstos no pueden sobrevivir fuera de la madre, se les extraiga del útero el embrión o el feto de que están embarazadas, o

  4. hacen que se les extraiga de su interior un feto que hubiera podido sobrevivir fuera de ellas.

Todo esto -con mayor o menor frecuencia- ha ocurrido siempre y sigue ocurriendo hoy. Algunas mujeres, en algunas ocasiones, han ido contra el curso natural de las cosas y han acabado con la vida de que les había hecho portadoras una circunstancia habitualmente desgraciada. Normalmente desgraciada, sí, la circunstancia en que se originó esa nueva vida y desgraciada siempre la que le pone término. Porque aproximarse a la realidad del aborto sin pensar que la madre es habitualmente una persona a la que aflige acabar con la vida que custodia, es tanto como no querer ver. Y la verdad sólo se erige sobre el pedestal de la realidad.

Para los que han seguido leyendo hasta aquí, será necesario convenir que el otro protagonista de la historia es un alguien. Ésta es la clave. Todo el mundo lo tiene claro ya. Julián Marías -como correspondía a su privilegiada inteligencia- fue quizá el primero que lo expreso claramente (aquí, por ejemplo.) Pero es patente que cuando se habla del aborto, se habla de dos vidas personales y distintas. Dos: la de la madre y la otra que está en camino.

Sobre todo esto, seguiremos construyendo más adelante.

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