11 agosto 2008

DEAR TOOTS

La señorita Mary Anderson, miembro en 1983 del claustro de la Bishop Guilfoyle High School de Pennsylvania, vestía con la modestia que cabía esperar de una profesora de lengua inglesa que trabajase como ella para el señor Obispo de la diócesis de Altoona-Johnstown. Sus vestidos de largas faldas, su figura desgarbada y el modo en que se peinaba indujeron a unos cuantos de sus inmaduros alumnos -diecisiete abriles contaba el que más por entonces- a llamar Tootsie a la pobre señorita.

El sobrenombre no tenía la mínima intención vejatoria, aunque prudentes nos guardásemos muy bien de pronunciarlo en su presencia. En realidad, a los que lo usábamos nos parecía que aquella manera un poco cursi de gesticular, aquel dirigirse a nosotros con el deferente Mister o Miss seguido de nuestros apellidos (el equivalente en español a llamar de Usted) y esa voz deliciosamente aflautada con que pasaba lista, hacían que nuestra maestra se pareciera demasiado al personaje que Dustin Hoffman había interpretado el año anterior en la película jolivudense del mismo nombre, como para dejar pasar la ocasión de identificarla con él.

Todos queríamos a Toots, como la llamábamos en la más apocopada e íntima de las versiones de su mote, y todos respetábamos el modo en que se le transparentaba la solteronez al recitar The Road not Taken de Frost, o la pasión con que nos incitaba a leer una y otra vez en clase las escenas de locura de Hamlet. Toots hacía muy bien su trabajo. Y no parecía costarle mucho. Luego se aprende que eso pasa cuando uno hace lo que le gusta, incluso si lo que a uno le gusta es, por increíble que parezca, desasnar adolescentes.

Mi amiga Tab, que en 1983 estaba en otro curso por no frisar siquiera los dieciséis, pero que se reía igual a carcajadas cuando el único español gamberro de la escuela imitaba a la profesora, me escribió ayer que Toots está en el Hospital gimiendo de dolor porque, después de muchos meses de bregar, los médicos no pueden evitar ya que un tumor termine de taladrarle el cerebro. Me pide Tab que rece para que Dios le dé valor para no huir del lado de la cama de nuestra maestra enferma y me dice que pida al Señor para que saque fuerzas de las flaquezas de ambas y del miedo que comparten estos días.

Rezo. Y pienso que si alguien pasa por aquí y aguanta hasta esta línea quizá quiera rezar conmigo por mi maestra y su cuidadora.

Dios se lo pagará.

1 comentario:

Viator iens dijo...

Miss Mary Anderson murió ayer, 2 de septiembre de 2008, por la tarde. Que el Señor le dé el descanso eterno y que brille para ella la luz perpetua.