15 febrero 2005

MATAR AL MANDARÍN

Mi amigo Enrique escribió hace ya casi tres años un artículo –“Los niños invisibles” se titulaba- que encabezó con esta cita, atribuida equivocadamente a Rousseau:

«Si para convertirse en el rico heredero de un mandarín al que nunca hubiésemos visto, del que nunca hubiésemos oído hablar y que habitase en el último confín de la China, bastase con apretar un mágico botón que le hiciera morir de tal modo que nunca nadie pudiera atribuirnos esa muerte... ¿quién de nosotros no apretaría ese botón y mataría al mandarín? »

Enrique dedicaba su artículo a pensar, con su habitual penetración, acerca de una especie concreta, gravísima, de casos de conciencia, pero no se detenía a analizar el concepto mismo de conciencia moral. Y a mi es un asunto sobre el que me gustaría mucho oírle hablar alguna vez.

¿Qué nos impide matar al mandarín? ¿Existe un código ínsito en el corazón de todos los hombres que prescriba que matar a un semejante para apoderarse de sus bienes es una acción mala en si misma? ¿No es el temor al castigo lo que nos aparta del mal? ¿Qué es el mal?

No hay comentarios: