Aquí estoy.
¡Azotadme! Merezco que me azoten. No lamí la mordiente, la sombra de las vacas, las espinas, la lluvia; con fervor, durante años; descalzo, estremecido, absorto, iluminado. No me postré ante el barro, ante el misterio intacto del polen, de la calma, del gusano, del pasto; por timidez, por miedo, por pudor, por cansancio. No adoré los pesebres, las ventanas heridas, los ojos de los burros, los manzanos, el alba; sin restricción, de hinojos, entregado, desnudo, con lo poros erectos, con los brazos al viento, delirante, sombrío; en comunión de espanto, de humildad, de ignorancia, como hubiera deseado... ¡como hubiera deseado!
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