20 enero 2009

ECUMENISMO CÓSMICO O CÓMO ACABAR CON LA AFICIÓN

Estas cuatro "otoitzak" que van a continuación (signos de puntuación y todo lo demás incluido) están extraídas del "material litúrgico" con que cierta provincia de una congregación religiosa -de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, con Santo fundador y todo- anima a sustituir el "material litúrgico" oficial, o sea: la versión canónicamente aprobada del breviario (que algún cerebro de la congregación debe considerar caduca y digna de periclitar aunque sólo sea por eso: por aprobada oficialmente.)

Otoitza. Oración.

Dios nuestro, Padre, admiramos y comulgamos profundamente el misterio que revela y transpira este Cosmos universal. En Jesús nosotros los cristianos hemos experimentado una densidad mayor de tu presencia, que cada día sentimos ampliarse sin límites, por el despliegue que el Universo realiza ante nosotros, incesantemente. Queremos mantenernos en un silencio contemplativo, de acogida y adhesión, y renovamos nuestra comunión universal, contigo, con nuestros hermanos y con toda la realidad. Como, a su forma, hizo también Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Por los siglos de los siglos. Amén.

Otoitza. Oración.

Oh Dios, Padre del género humano, que habitas e inhabitas el interior de esta materia espiritual el Universo. Ayúdanos a captar tu inefable mensaje de convergencia universal en el amor, de armonización solidaria en la justicia, y de perenne creatividad evolutiva en la esperanza. Nosotros te lo pedimos inspirados por nuestro hermano Jesús, tu hijo, y por todos los demás mediadores que a través de los tiempos has suscitado en esta humanidad que no cesa de buscarte. Por los siglos de los siglos. Amén.

Otoitza. Oración.

Oh Dios que en todas las religiones has manifestado a los humanos lo que a nosotros nos has revelado más específicamente en Jesús: que el amor y la misericordia son el culto que esperas de nosotros. Te pedimos que todas las religiones de la tierra, todos los pueblos que has ido guiando hacia a ti, demos el paso al diálogo religioso y a comulgar en esa primacía del amor y de la misericordia, por encima de todas las diferencias de doctrinas, dogmas, teologías y leyes de las instituciones religiosas. Te lo pedimos por el amor que has manifestado a todos los pueblos a lo largo de la historia, por los siglos de los siglos.

Otoitza. Oración.

Te invocamos, Fuerza y Misterio del Universo, a quien reconocemos como energía original, Padre, Dios Universal. Nosotros creemos que en Jesús de Nazaret, y en los maestros espirituales de todas las religiones del mundo, Tú has salido al encuentro de la humanidad, para hacernos entrever el misterio inescrutable en que vivimos, nos movemos y hacia el que caminamos. Respetuosos con tu silencio, expresamos nuestro deseo de contribuir a que todo ser humano descubra que Tú eres Vida y nos llamas a la Vida. Te lo expresamos caminando tras los pasos de Jesús de Nazaret, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén

Fascinante, ¿verdad?

Tomemos la primera. Ésta, al menos, parece cristiana Se dirige a un Dios al que llama Padre, reconoce la filiación divina de Cristo, al que pone a nuestro lado como hermano y al que -¡oh, expresividad del alma inspirada!- hace responsable de cierta "mayor densidad" con que venimos percibiendo la presencia divina en los últimos tiempos. Impagable la renovación de la comunión universal con Dios, con los hermanos y con la realidad (esta última muy recomendable para no tragarse una farola al caminar por la calle.) Lo mejor es el final: según nos enseña la oración, todo esto de la comunión universal con Dios, los hermanos y las farolas también lo hizo Jesús... "his way".

La segunda hace palidecer de envidia a la primera. Y es que, aunque ya no es tan claramente cristiana, invoca a una deidad que habita "e inhabita el interior" de una materia espiritual llamada Universo (¿quién dijo que el misticismo y la filosofía están reñidos, eh?) y a la que pide ayuda para poder captar cierto inefable mensaje divino de convergencia en el amor, de armonización en la justicia y de creatividad en la esperanza. Una cosa está clara: el mensaje es inefable. ¿Que de dónde le viene la inspiración al orante? Pues está claro: de los muchos mediadores que Dios ha suscitado a lo largo de la historia de la Humanidad, uno de los cuales fue por cierto su Hijo Jesús.

La tercera, ay, la tercera. Ahí tenemos pan-ecumenismo cósmico en estado puro. Veamos: según la oración Dios habría manifestado a la humanidad en todas la religiones que el culto que Él espera es de amor y misericordia. En todas, oiga, en toditas las religiones de todos los tiempos: Isis, Dionisos, Baal, la serpiente emplumada, Alá, el libro de Mormón, Buda, Zoroastro... el mensaje común a todos es que Dios espera un culto de amor y misericordia. Cierto que a nosotros los cristianos esta revelación se nos ha hecho de un modo más "específico" (la misma que a todos los demás -la revelación, vaya- pero más específicamente.) El resultado es que ahora que somos por fin conscientes de esta verdad universal podemos impetrar de Dios que queden arrumbados de una vez todos los dogmas, las doctrinas, las teologías, las leyes, las instituciones religiosas y otras futesas y que podamos así por fin comulgar todos en la supremacía del amor y la misericordia, que a fin de cuentas es lo que importa.

La cuarta es estupenda: en mi opinión hubiese resultado mucho más expresiva si se hubiese intercalado en la primera frase el nombre de esa fuerza, de ese misterio, de esa energía original, de ese padre y dios universal, o sea: la Pachamama. Menos mal que a continuación ya se nos dice que no es sólo la Pachamama, no. Hay que abrir la mente. De hecho, el orante, reconoce que en los maestros espirituales de toooodas las religiones del mundo se ha manifestado esa energía, ese padre y dios universal, esa fuerza y ese misterio... con el propósito de dejarnos entrever el otro inescrutable. Entrever lo inescrutable. El lenguaje de los místicos es así. Bueno, cuidadito: para que todos reconozcan que esa energía es vida y que llama a la vida, como no quedaba otro remedio, el orante añade que él sigue mansamente los pasos de un maestro espiritual llamado Jesús. En fin.

Seré soberbio y deslenguado, pero no puedo evitar pensar en cuánto mejor nos iría a algunos, ¿a muchos?, si algunos religiosos dedicaran su tiempo a recitar el breviario y a hacer lo que les toca en lugar de descubrir de nuevo a Manitú.

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